sábado, 19 de abril de 2025


Perder dinero y ganar el mundo

Elon Musk, Jeff Bezos y Mark Zuckerberg han perdido más de 200 mil millones de dólares desde el regreso de…

Por: Nosotros Press , En: Códigos de poder Opinión , Día Publicado: 11 marzo, 2025

David Vallejo

Elon Musk, Jeff Bezos y Mark Zuckerberg han perdido más de 200 mil millones de dólares desde el regreso de Trump. Un golpe que haría tambalear a cualquiera, salvo a quienes están jugando un ajedrez de dimensiones que la mayoría ni siquiera percibe. Porque cuando se acumulan fortunas que desafían cualquier parámetro convencional, las pérdidas inmediatas adquieren otro significado. No se trata de dinero, sino de dominio. De moldear el futuro. De jugar en una liga donde las reglas que rigen a las empresas tradicionales han quedado obsoletas.

Cada uno ha construido imperios que trascienden industrias. Musk ha transformado la movilidad con Tesla, la exploración espacial con SpaceX y el control de la información con X. Bezos ha convertido a Amazon en el sistema circulatorio del comercio global y ha extendido su alcance con Blue Origin. Zuckerberg, con Meta, ha cambiado la manera en que la humanidad interactúa, procesando datos a niveles que rozan lo divino. Son arquitectos de un nuevo orden, figuras que han dejado de pensar en mercados y balances para enfocarse en el verdadero poder: el control de la tecnología, la información y el tiempo.

El apoyo a Trump puede parecer contradictorio desde la lógica de las finanzas tradicionales. Se esperaría que apostaran por la estabilidad, por la predictibilidad de un sistema que entienden y que les ha favorecido. Sin embargo, su respaldo tenía un propósito más profundo: garantizar que el próximo ciclo de la civilización estuviera diseñado a su medida. Trump no representaba un político, sino un instrumento de disrupción. Un catalizador para la fragmentación de un mundo que aún funciona bajo reglas arcaicas. Una manera de acelerar la transición hacia una era donde los Estados pierdan relevancia y el poder se concentre en quienes poseen las infraestructuras críticas del siglo XXI.

Pero la jugada ha tenido un costo. Wall Street, el gran organismo que define el pulso financiero del mundo, no ha visto con buenos ojos el retorno de Trump. La incertidumbre política, la amenaza de conflictos comerciales y la posibilidad de una guerra arancelaria con China han golpeado a los mercados. Tesla, dependiente del mercado global y de acuerdos estratégicos con el gobierno chino, ha sufrido un impacto directo. Amazon, con su estructura basada en cadenas de suministro globales, enfrenta riesgos ante el proteccionismo económico. Meta, en constante escrutinio por las regulaciones, enfrenta un entorno aún más incierto con un gobierno que, paradójicamente, podría volverse más impredecible de lo que esperaban.

Las pérdidas económicas recientes pueden verse como una estrategia de sacrificio, similar a una inversión en un proceso que aún se está desplegando. Musk no está interesado en proteger su fortuna actual, sino en consolidar un ecosistema en el que sus proyectos sean la base de la nueva civilización humana. SpaceX no es solo una empresa aeroespacial; es la puerta de salida para aquellos que buscan independencia del planeta. Neuralink no es solo una interfaz cerebro-máquina; es la primera fase de la integración total entre humanos y tecnología.

Bezos y Zuckerberg siguen una lógica similar. Amazon, con su dominio absoluto de la logística global, se encuentra en una posición donde puede decidir qué economías prosperan y cuáles colapsan. Meta, con su capacidad de moldear la percepción de la realidad, está redefiniendo la manera en que las sociedades construyen consensos.

Apoyaron a Trump porque vieron en él la posibilidad de acelerar este proceso. Tal vez no calcularon la magnitud de la reacción de los mercados, tal vez las fuerzas tradicionales encontraron la manera de contraatacar. Sin embargo, las pérdidas actuales palidecen frente al objetivo mayor: desmantelar los viejos órdenes, debilitar a los gobiernos y consolidar un sistema donde las grandes corporaciones tecnológicas sean las nuevas entidades soberanas.

Elon Musk ya controla la infraestructura crítica de internet con Starlink, Bezos domina las redes de distribución global y Zuckerberg maneja la percepción de la realidad de miles de millones de personas. El dinero que han perdido es insignificante comparado con el dominio que buscan consolidar.

El futuro ya no se decide en las capitales del mundo, sino en los laboratorios de inteligencia artificial, en las estaciones espaciales privadas y en los servidores que almacenan cada pensamiento, deseo y temor de la humanidad. Un nuevo mundo está en construcción ante el sacrificio de los dioses de Silicon Valley que deciden ser amos del futuro y peones del presente.

¿Voy bien o me regreso? Nos leemos pronto si Musk, Zuckerberg y Bezos lo permiten.

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